sábado, 21 de julio de 2018

Microhistorias #1: Querida Esther...


Hice una prueba hace unos días a manera de examen psicométrico, me pidieron hacer dos dibujos: en el primero, una persona bajo la lluvia con una historia detrás; el segundo, una persona en cuerpo completo con su respectiva historia.

Esta entrada es la primera historia: a manera de carta, un prisionero de los campos de concentración de exterminio nazi recuerda a su joven esposa mientras espera a que el ejército ruso logre por fin liberar el campo de concentración en donde él se encuentra recluido.

A primera vista parece una carta amorosa genérica, pero cambia mucho si se tiene el contexto de la escena donde están ocurriendo estos pensamientos junto con el dibujo.

Dudo mucho que quien lo revise comprenda todo el trasfondo histórico que acompaña a esta historia, pero se los dejo y espero sus sinceras opiniones y críticas.



Auschwitz, Polonia, 2 de enero de 1945.

Querida Esther:


Una euforia invade mi ser de formas que no puedo explicar, el fuego de la artillería rusa es cada vez más sonoro y la esperanza en el campo continúa en aumento, cada estruendo que escuchamos es digno de celebración pero la emoción es tal que no podemos distinguir un cañón del estruendo de un trueno mientras llueve.

"Después de esta tormenta vendrá la calma", dice Labán, el rabino de mi barraca. Todos estamos entusiasmados y se nos han olvidado los dolores, las molestas físicas, incluso el hambre; hoy estamos de fiesta.

No puedo esperar a estrecharte entre mis brazos y caminemos por el parque cerca de casa de tu abuela como cuando recién nos casamos; en aquel entonces no existían imposibles, el mundo era nuestro y sé que esos días volverán. Ésto solo ha sido una prueba de Yahveh que nos demostrará que nuestro amor es eterno. Sé que donde quiera que estés, bajo el mismo sol y la misma luna estás añorando lo mismo que yo.

Correré por las vías a todos los lugares posibles hasta encontrarte. No olvido tu rostro y tus hermosos ojos que son como dos grandes y azules regalos que se abren cada mañana. Una estación de tren nos separó pero sé que pronto nos volveremos a encontrar.



Siempre tuyo.              

Urias.                   

   

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